Un cuaderno de bitácora para navegar por la historia del arte. Cada entrada está relacionada con algunos de los estadios de la creación artística a lo largo de la Historia. Desde la Prehistoria hasta la más rabiosa actualidad. Todo un curso al ritmo pausado del calendario. Para aquellos que consideran que el arte existe porque la vida no es suficiente.

1/13/2020

LOS PRIMITIVOS FLAMENCOS: UNA APROXIMACIÓN


             Políptico de San Bavón de Gante. Hubert y Jan Van Eyck. 1432. Óleo sobre tabla.

LA CONQUISTA DE LA REALIDAD:
LOS PRIMITIVOS FLAMENCOS (S. XV)

   A pesar de los avances que la pintura italiana del Trecento aporta en la evolución de la pintura, el trabajo de los pintores flamencos del s. XV supondrá el definitivo avance hacia los valores que representa el Renacimiento. Las novedades técnicas y los valores formales que estos autores introducen supondrán una auténtica revolución.

EL CONTEXTO HISTÓRICO
   La prosperidad económica de la región de Flandes (de sus ciudades en realidad: Brujas, Gante, Yprés, atc.) está ligada a la industria y al comercio de paños y, por tanto, generó un extraordinario desarrollo urbano, con el consiguiente auge de la burguesía. Este auge de la sociedad y de los valores burgueses son un factor importante en el desarrollo de una nueva mentalidad y sensibilidad artística, que no renuncia, por lo demás, a la devoción religiosa. La cohesión interna de esta sociedad es muy fuerte, y se proyecta en una vida pacífica y ordenada.       
     Esta sociedad está dominada por los estamentos civiles: mercaderes, fabricantes, banqueros, etc. El arte estará, pues, al servicio de este público burgués enriquecido y sensible, que vendrá a sumarse a la Iglesia como cliente y mecenas de artistas. Esta clientela estaba deseosa de ver reflejado su mundo y su propio rostro en las pinturas que encargaba. El desarrollo urbano ha hecho posible la creación de las universidades que, junto con la invención de la imprenta, se convierten en un gran foco difusor y creador de cultura.
   En esta sociedad burguesa lo práctico se valora cada vez más, incluso la religión adquiere un sentido pragmático. Por eso estamos en un período realista. A partir de 1420, la idea de que el espíritu divino se encarna en cada una de las pequeñas cosas (Tomás Kempis: Imitación de Cristo), hace que la representación de éstas adquiera una gran importancia, por lo que la realidad sensible y tangible adquiere un gran valor. Los objetos dejan de ser elementos secundarios para convertirse en protagonistas.
   La temática ya no es exclusivamente religiosa; el retrato, los cuadros de grupo, el ambiente costumbrista, coexisten con ella.

APROXIMACIÓN AL ESTILO
    Las pinturas del gótico se acercaban a la vida real por su acumulación de detalles y anécdotas, pero no eran convincentes desde el punto de vista espacial porque les faltaba volumen y, desde luego, no reflejaban la realidad óptica. No lo perseguían, es cierto, pero sí lo buscaban, en cambio, otros artistas contemporáneos suyos, y en esta lucha por conseguir  formas verosímiles es donde destacan los pintores flamencos del siglo XV.
      El deseo de la nueva clientela burguesa de ver representado el mundo en que ellos vivían en las obras que encargaban, obligó a los artistas a responder a esta demanda, creando un lenguaje artístico capaz de representar la realidad con tanta fidelidad como si sus cuadros fueran auténticos espejos. Pero este lenguaje fue distinto al de los artistas italianos del Renacimiento italiano de la misma época, ya que éstos intentaron representar la realidad de una manera científica, gracias a un sistema de perspectiva de base geométrica, y no de una manera empírica.
   Cuando observamos las obras de Jan Van Eyck, descubrimos que sus figuras tienen volumen, gracias al juego de luces y sombras utilizado por él; y que, con una paciencia infinita, ha pintado cada detalle de la naturaleza con una minuciosidad mayor que la que tenían las miniaturas de la época. Tanta meticulosidad fue posible porque Van Eyck había perfeccionado la técnica del óleo (que utiliza el aceite como aglutinante de los pigmentos) hasta conseguir un tipo de pintura capaz de sustituir a la pintura del temple (con aglutinante a base de huevo), que era lo que hasta ese momento se utilizaba de manera casi exclusiva. El óleo, tal y como él lo usó, presentaba tres ventajas: no secaba tan rápido y permitía trabajar con más lentitud, el color se podía aplicar sobre otras capas de color y permitía lograr efectos sorprendentes dejando transparentar las capas de color que había debajo (veladuras). Los efectos que permitía asombraron a sus contemporáneos, que adoptaron esta técnica con rapidez.
   El óleo influye en la mayor vivacidad y enriquecimiento de la gama cromática, pues los colores adquieren mayor brillantez; mediante la superposición de dos o más colores (veladura) se obtiene por transparencia una mayor variabilidad de los tonos y la consecución de colores compuestos.  Esta técnica permite tratar los temas con extraordinaria minuciosidad, atendiendo al detalle hasta extremos inverosímiles.
   En las obras flamencas se evidencia el interés por todo, pues con la misma precisión y cuidado se pinta un rasgo humano que el correspondiente a un animal, planta u objeto. El paisaje adquiere una gran importancia en esta época.
   De esta manera, el pintor flamenco refleja fielmente el ambiente que le rodea, pero dota a este realismo de un cierto carácter simbólico, a lo que contribuye la significación alegórica de los colores utilizados y de los diversos objetos secundarios representados.
   Los fondos dorados y neutros del gótico desaparecen, sustituidos por paisajes naturalistas, con cada elemento reflejado con fidelidad y detalladamente.
   La luz ya no es caprichosa. Cada objeto tiene ahora su propia y definida sombra; cada habitación su encuadre lumínico; cada paisaje, su tonalidad segura; cada elemento, su calidad exacta.
   Son obras de pequeño formato, utilizando la tabla como soporte, ya que eran concebidas para ser colocadas en el interior de las residencias burguesas y aristocráticas. Estos interiores domésticos facilitan que la obra refleje una piedad intimista y burguesa. Con frecuencia estas tablas constan de 3 hojas o tablas (Tríptico), las dos laterales con bisagras que se cierran sobre la central. La cara exterior se pinta con tonos grises (grisallas) que imitan los efectos escultóricos.
   En síntesis, se trata de un estilo detallista y minucioso; naturalista y apegado a la realidad, aunque sin renunciar a la expresión simbólica y religiosa. El paisaje se convierte en un elemento clave de la composición, así como los objetos de la vida cotidiana. No obstante, a pesar de que el manejo de la luz y del color anticipan los valores de la pintura renacentista, el estatismo de sus formas, la escasa relación entre las figuras, casi siempre frontales, el detallismo y el predominio de las partes sobre el conjunto, lo sitúan en la última etapa de la pintura gótica.

PRINCIPALES MAESTROS
    El primero de los pintores en llevar a efecto plástico estas innovaciones es ROBERTO CAMPIN (Maestro de Flemalle), que junto con los HERMANOS HUBERT Y JAN VAN EYCK, pueden considerarse los fundadores de la escuela en el primer tercio del siglo XV.
   Renunciando al fondo dorado, y empleando la técnica y el óleo como material pictórico, crean la MODALIDAD DE PINTURA DE CABALLETE EN SU CONCEPTO MODERNO, concebida para ser vista de cerca. Su factura es minuciosa y detallista, carácter al que contribuye el intenso desarrollo adquirido por la miniatura de códices en la corte de los duques de Borgoña, a quienes pertenecen estos estados en el siglo XV.
   Al servicio de esta técnica minuciosa ponen un fino SENTIDO DE LA OBSERVACIÓN y una innata TENDENCIA NATURALISTA, por lo que alcanzan una perfección difícilmente superable en la interpretación de las calidades de las telas, piezas de orfebrería, metales, vidrios, pieles, etc. y en GÉNEROS COMO EL RETRATO Y EL PAISAJE.
   De entre los pintores que trabajan n el segundo tercio del siglo XV y contribuyen a concretar los rasgos de la Escuela Flamenca, destaca ROGER VAN DER WEYDEN. A finales de siglo y principios del XVI destacan pintores que evolucionan acentuando algún rasgo característico (el paisaje, por ejemplo); en cierto modo, repiten formas y composiciones ya creadas, como GERARD DAVID, HANS MEMLING, aunque otros se evaden de ellas con un explícito deseo de originalidad, como EL BOSCO. Durante el siglo XVI, y ya en pleno Renacimiento, se mantiene la tradición, destacando: PATINIR Y BRUEGHEL.


Como obras fundamentales destacaremos:

  • Virgen del canciller Rollin (J.V.Eyck)
  • El retrato del matrimonio Arnolfini. (J.V. Eyck)
  • El polítptico de San Bavón de Gante. (Hermanos V. Eyck)
  • El descendimiento (R.V. der Weyden)

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